Esta etapa implica la recopilación de textiles usados de diversas fuentes, como donaciones, contenedores de reciclaje, empresas de recolección de residuos, tiendas de segunda mano, entre otros.
Los textiles recolectados se clasifican según su tipo, condición y calidad. Se separan prendas de ropa, ropa de cama, toallas y otros textiles para su posterior procesamiento.
Los residuos previamente seleccionados de acuerdo a su tipo de tela, entran a la maquina trituradora conde por medio de unas cuchillas son cortadas en trozos mas pequeños para que sean mas fácil de trabajar en el siguiente proceso.
Los fragmentos de tela se introducen en una máquina desfibradora, que utiliza cuchillas afiladas o rodillos para descomponer aún más la tela en fibras individuales. Estas fibras pueden tener longitudes variables dependiendo del tipo de tela y el uso final previsto.
La cinta de fibras se alimenta a través de una máquina hiladora que la gira y la estira continuamente para formar un hilo fino y resistente. Este hilo puede ser retorcido para aumentar su resistencia y durabilidad, según las necesidades del producto final.
El hilo hilado se enrolla en bobinas o conos para facilitar su manejo y almacenamiento antes de ser utilizado en el proceso de tejido.
Se instalan los hilos de urdimbre (longitudinales) en el telar, los cuales se tensan y se fijan en los extremos para permitir su manipulación durante el proceso de tejido.
Se insertan los hilos de trama (transversales) a través de los hilos de urdimbre utilizando una lanzadera u otro dispositivo, creando así la estructura básica del tejido.
Los hilos de urdimbre y trama se entrelazan mediante el movimiento del telar, creando el patrón deseado y formando la tela.
Una vez tejida la tela, se procede a la confección de los productos finales, como prendas de vestir, bolsos, accesorios para el hogar, entre otros. Esto puede implicar procesos de corte, costura, ensamblaje y acabado.